PELIGRA LO QUE AÚN QUEDA DE COMUNAL
Felix Rodrigo Mora 24/11/2012
El denominado “Anteproyecto
de Ley para la
Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local”,
emitido por el consejo de Ministros del gobierno del PP el 1/7/2012, de hacerse
ley aplicable, pondrá en marcha, muy probablemente, un nuevo proceso
desamortizador, por el cual una parte decisiva del patrimonio comunal de los
pueblos sería apropiado por el Estado (por su expresión local, los
Ayuntamientos) y luego, vendido a particulares. En esa operación habría dos ganadores,
el ente estatal y los empresarios, y un perdedor, el pueblo llano.
Se hará a través de la liquidación de las llamadas “entidades locales menores”, sobre todo
las Juntas Vecinales. Una vez incorporadas aquéllas a los municipios más
grandes, poblacionalmente, de cada comarca, el comunal de las citadas pasará a
ser propiedad de los Ayuntamientos. En un segundo momento sería enajenado y
privatizado, con el fin de enjugar el déficit del Estado.
Esto es una aplicación de lo que ya enuncié en mi
artículo “Defender el comunal contra un
nuevo proceso privatizador”[1],
que ahora, por desgracia se hace más y más real, además de más y más próximo.
Se están dando las primeras movilizaciones contra
dicho Anteproyecto, y en varias provincias se han constituido ya plataformas
y agrupaciones para llevar adelante la resistencia al nuevo asalto del Estado
al patrimonio, modo de vida y cosmovisión del pueblo. Todo ello, como es
lógico, debe ser apoyado con la mayor energía, clarividencia y firmeza.
Conviene añadir algunas reflexiones.
Quienes lo reducen todo a dinero se equivocan. Por
ejemplo, en la provincia de León los montes comunales de las entidades locales
menores son 512.000
hectáreas, cuyo precio de mercado se elevaría a unos
2.200 millones de euros. Eso sería una notable pérdida para la gente rural, en
efecto, pero la cuestión decisiva no reside en ello. Lo que se pretende, sobre
todo, es extinguir los últimos restos de los patrimonios colectivos fruto de la
revolución civilizadora de la
Alta Edad Media, que servían de asiento material a un modo de
vida comunitario y colectivista, fraternal y de ayuda mutua, fundamentado en el
afecto y en el amor.
El economicismo en boga, que todo lo reduce a una
obsesiva reivindicación de “bienestar” material, que no tiene más meta que
capturar el máximo de dinero para ampliar el consumo, comete la felonía de
cuantificar el comunal con mentalidad simplificante y codiciosa, reduciéndolo a
su precio de mercado. Pero en este caso el abismo entre valor y precio es
insondable, siendo el primero incalculable y el segundo sólo indicativo.
No se trata de defender el comunal para “vivir
mejor” sino como expresión tangible de que se puede, y debe, ser y vivir de
otra manera, con consumo mínimo de bienes materiales y maximización de las satisfacciones
espirituales, con la asamblea como elemento de gobierno y la mutua asistencia
como norma de vida.
Dado que no hay comunal sin concejo, junta o
asamblea que lo gobierne, lo primero es ocuparse de que estas formas colectivas
sean soberanas, por tanto, libres de la injerencias del Estado,
auto-gobernadas, existentes y operantes en sí y por sí. El Estado, que es quien
va a destruir lo que queda de comunal, tiene que ser contenido y ahuyentado,
mientras no tengamos fuerzas para hacerlo desaparecer.
Porque no aspiramos a vivir “mejor” bajo el actual
orden sino a construir una nueva sociedad, un nuevo ser humano y un nuevo
sistema de valores.
Dice Daniel L. Ortiz Díaz que en el mundo comunal y
concejil de nuestro pasado inmediato lo que mantenía unidas a las personas eran
los “vínculos de amor”[2].
Ese es el meollo mismo de lo comunal, y no el consumo ni el bienestar. Es el amor de unos a otros, en tanto que esfuerzo y servicio desinteresados, el que da sentido al comunal y al concejo abierto, y quienes hablan de dinero simplemente falsifican nuestra historia y además nos prostituyen.
Ese es el meollo mismo de lo comunal, y no el consumo ni el bienestar. Es el amor de unos a otros, en tanto que esfuerzo y servicio desinteresados, el que da sentido al comunal y al concejo abierto, y quienes hablan de dinero simplemente falsifican nuestra historia y además nos prostituyen.
No tratar de otra cosa que no sea dinero es la
quintaesencia de lo burgués, y nos deshumaniza y envilece de manera
superlativa, también cuando el dinero aparece como reivindicación. Presentar al
Estado como “redentor” de las clases
populares es la atrocidad mayor, pues ahora las 3,5 millones de has que quedan
en “España” de comunal van a ser destruidas, en su totalidad y en su mayoría,
por el artefacto estatal, ese ídolo detestable ante el cual está de rodillas
toda la izquierda.
El comunal no es propiedad colectiva si no renuncia a toda propiedad particular. No es
avidez de bienes tangibles sino repudio de ellos. No es medio para satisfacer
deseos sino una forma de no tener más deseo que el servicio desinteresado. No
es servil adoración por el ente estatal sino impulso hacia el autogobierno.
Sobran pues los arrastrapancartas de siempre que desde la codicia y el
consumismo, el epicureísmo, el totalitarismo y la estatolatría, viene ahora a
“defender” el comunal.
Por tanto las luchas en defensa de los patrimonios
comunales tienen que tener como una de sus metas una reconversión interior al espíritu de comunalidad, vale decir, a la
sociabilidad, al afecto hacia el otro, a la renuncia al egotismo, a la negación
del consumismo, el materialismo vulgar y el hedonismo. Hacernos mejores por el
desinterés, la virtud y el esfuerzo resultan ser precondición y meta al mismo
tiempo de lo comunal, ¿lo haremos?
Porque el comunal, para ser, demanda un nuevo ser
humano.
Sin revolución interior, sin sujetos de calidad
autoconstruida, la revolución integral no es hacedera. Y sin ella no
puede haber sociedad comunal y colectivista.
Los seres humanos son lo más decisivo. Ellos son fin
y todo lo demás es medio. Tan perentoria verdad es el meollo mismo de los
bienes comunales y la sociedad comunal.
____________________________
[1] Publicado en “Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas”, nº 4, enero 2011. Expreso mi agradecimiento a quienes han considerado este texto como la primera denuncia de la atrocidad que ahora se pretende realizar por el gobierno derechista de Madrid e incluso lo utilizan como material de estudio para las luchas que son y serán.
[2]
En “El valle de Iguña”, 2004,
Cantabria. Esta obra, escrita en 1918, no se publicó hasta casi un siglo
después. Tal es la censura y exclusión a que está sometido casi cualquier texto
sobre el mundo rural popular tradicional, en este caso el cántabro.
__________________
Periodismo de opinión en Reggio’s
El martillo de las brujas, de Rafael Rodrigo Navarro en El Mundo
IGUALDAD
El autor denuncia la Ley de Violencia de Género por ser una norma enunciada «para conseguir el voto femenino»
El problema que está creando la Ley Integral contra la Violencia de Género en España es difícil de entender pues ha sido presentada como una ley para ayudar y proteger a la mujer, cuando en realidad se trata de una ley que manipula los sentimientos de indefensión de algunas mujeres para conseguir el voto femenino, que según creen los políticos contemporáneos, es decisivo a la hora de hacerse con el poder.
Es evidente que cualquier persona que lea el articulado de dicha ley quedará sorprendida pensando que tal norma jurídica haya sido promulgada por un Parlamento que dice llamarse democrático y corroborada por un tribunal que dice igualmente proteger la Constitución española. A todas luces se observa una quiebra del principio «todos los españoles somos iguales ante la Ley».
Si justificamos contradecir la norma ética que nos avisa de que no se puede alcanzar un fin bueno mediante un medio moralmente malo, no hacemos sino justificar la violencia. ¿Con qué fuerza moral se persigue a los grupos terroristas? ¿Dónde queda la legitimidad del Estado, pues ya sabemos que su legalidad depende de sí mismo?
Pero si al ciudadano de a pie le resulta difícil entender que su Parlamento, Gobierno y Poder Judicial estén cometiendo tal tropelía, mucho más difícil le resulta entender por qué no se rectifica, se echa marcha atrás, y se modifica o corrige una ley que produce tanto daño social. El alcalde de la ciudad palestina de Belén dijo en una entrevista que cuando una guerra deviene rentable ya no puede pararse. Evidentemente hacía referencia a la guerra entre israelíes y palestinos. Pero no siempre el negocio aparece a primera vista. El hecho de que no alcance notoriedad permite que sea ocultado por quienes se benefician.
El siguiente comentario corresponde a Carl Sagan, divulgador científico, hablando de la persecución de las brujas en el siglo XVI: «Rápidamente se convirtió en un provechoso fraude. Todos los costes de la investigación, juicio y ejecución recaían sobre los acusados o sus familias; hasta las dietas de los detectives privados contratados para espiar a la bruja potencial, el vino para los centinelas, los banquetes para los jueces, los gastos de viaje de un mensajero enviado a buscar a un torturador más experimentando a otra ciudad, y los haces de leña, el alquitrán y la cuerda del verdugo. Además, cada miembro del tribunal tenía una gratificación por bruja quemada. El resto de las propiedades de la bruja condenada, si las había, se dividían entre la Iglesia y el Estado. A medida que se institucionalizaban estos asesinatos masivos iba surgiendo una inmensa burocracia para servirla y la atención se fue ampliando desde las brujas pobres hasta la clase media y acaudalada de ambos sexos».
Cuantas más confesiones de brujería se conseguían bajo tortura, más difícil era sostener que todo el asunto era pura fantasía. Como a cada bruja se le obligaba a implicar a algunas más, los números crecían exponencialmente.
Esta combinación de acusación, persecución y beneficio económico es una de las más inhumanas de las espirales de violencia en la que puede caer una sociedad. Recientemente hemos asistido a procesos semejantes de consecuencias nefastas para toda la humanidad y con la rúbrica de los estados modernos. Basta citar la locura nazi. Cuando el proceso está en su inicio pasa inadvertido.
La pregunta es la siguiente: ¿A quién beneficia económicamente la Ley Integral sobre la Violencia de Género? Se trata del cui prodest de los juristas, que en este caso no es políticamente correcto formularla. Pero los resultados de la aplicación de dicha ley indican con claridad que no beneficia precisamente a la mujer.
Rafael Rodrigo Navarro es licenciado en Filosofía y Letras y doctor en Psicología.
© Mundinteractivos, S.A.
El autor denuncia la Ley de Violencia de Género por ser una norma enunciada «para conseguir el voto femenino»
El problema que está creando la Ley Integral contra la Violencia de Género en España es difícil de entender pues ha sido presentada como una ley para ayudar y proteger a la mujer, cuando en realidad se trata de una ley que manipula los sentimientos de indefensión de algunas mujeres para conseguir el voto femenino, que según creen los políticos contemporáneos, es decisivo a la hora de hacerse con el poder.
Es evidente que cualquier persona que lea el articulado de dicha ley quedará sorprendida pensando que tal norma jurídica haya sido promulgada por un Parlamento que dice llamarse democrático y corroborada por un tribunal que dice igualmente proteger la Constitución española. A todas luces se observa una quiebra del principio «todos los españoles somos iguales ante la Ley».
Si justificamos contradecir la norma ética que nos avisa de que no se puede alcanzar un fin bueno mediante un medio moralmente malo, no hacemos sino justificar la violencia. ¿Con qué fuerza moral se persigue a los grupos terroristas? ¿Dónde queda la legitimidad del Estado, pues ya sabemos que su legalidad depende de sí mismo?
Pero si al ciudadano de a pie le resulta difícil entender que su Parlamento, Gobierno y Poder Judicial estén cometiendo tal tropelía, mucho más difícil le resulta entender por qué no se rectifica, se echa marcha atrás, y se modifica o corrige una ley que produce tanto daño social. El alcalde de la ciudad palestina de Belén dijo en una entrevista que cuando una guerra deviene rentable ya no puede pararse. Evidentemente hacía referencia a la guerra entre israelíes y palestinos. Pero no siempre el negocio aparece a primera vista. El hecho de que no alcance notoriedad permite que sea ocultado por quienes se benefician.
El siguiente comentario corresponde a Carl Sagan, divulgador científico, hablando de la persecución de las brujas en el siglo XVI: «Rápidamente se convirtió en un provechoso fraude. Todos los costes de la investigación, juicio y ejecución recaían sobre los acusados o sus familias; hasta las dietas de los detectives privados contratados para espiar a la bruja potencial, el vino para los centinelas, los banquetes para los jueces, los gastos de viaje de un mensajero enviado a buscar a un torturador más experimentando a otra ciudad, y los haces de leña, el alquitrán y la cuerda del verdugo. Además, cada miembro del tribunal tenía una gratificación por bruja quemada. El resto de las propiedades de la bruja condenada, si las había, se dividían entre la Iglesia y el Estado. A medida que se institucionalizaban estos asesinatos masivos iba surgiendo una inmensa burocracia para servirla y la atención se fue ampliando desde las brujas pobres hasta la clase media y acaudalada de ambos sexos».
Cuantas más confesiones de brujería se conseguían bajo tortura, más difícil era sostener que todo el asunto era pura fantasía. Como a cada bruja se le obligaba a implicar a algunas más, los números crecían exponencialmente.
Esta combinación de acusación, persecución y beneficio económico es una de las más inhumanas de las espirales de violencia en la que puede caer una sociedad. Recientemente hemos asistido a procesos semejantes de consecuencias nefastas para toda la humanidad y con la rúbrica de los estados modernos. Basta citar la locura nazi. Cuando el proceso está en su inicio pasa inadvertido.
La pregunta es la siguiente: ¿A quién beneficia económicamente la Ley Integral sobre la Violencia de Género? Se trata del cui prodest de los juristas, que en este caso no es políticamente correcto formularla. Pero los resultados de la aplicación de dicha ley indican con claridad que no beneficia precisamente a la mujer.
Rafael Rodrigo Navarro es licenciado en Filosofía y Letras y doctor en Psicología.
© Mundinteractivos, S.A.
LA CUARTA PÁGINA
martes, 15 de
septiembre de 2009
Insumisos, la batalla por un ideal
JORGE URDÁNOZ GANUZA
De quién se dice aquello de "no
sabían que era imposible y lo han conseguido"? Porque si
alguien se merece la cita, ésos son los insumisos que en su día
vencieron al ejército. Un ejército, el heredado de la dictadura,
que no tenía entre los españoles la mejor de las reputaciones,
estigmatizado como estaba por haber sido uno de los puntales de la
represión franquista.
El movimiento antimilitarista le plantó cara pronto y, casi
inconcebiblemente, terminó ganando una batalla que sólo cabía dar
por perdida. Los insumisos lograron acabar con la mili obligatoria y
forzaron a la institución militar a replantear toda su estrategia de
fondo. Fue, por muchos motivos, un acontecimiento singular, y merece
la pena recordarlo. Aunque parezca ciencia-ficción, cientos de
jóvenes iban a la cárcel en defensa de sus valores La cita de
Gandhi se repetía por doquier: "No hay un camino a la paz, la
paz es el camino"
No es fácil acotar los orígenes del
proceso. La fundación oficial del Movimiento de Objeción de
Conciencia -el MOC, el colectivo que gozó de un mayor protagonismo
durante los años de la insumi-sión- data de 1977, pero hay acuerdo
en considerar que tal fecha supuso tan sólo un bautizo más o menos
formal a un impulso que tenía ya algunos años. En 1971, con el
dictador todavía atado y bien atado a los resortes del poder, Pepe
Beunza, el padre del antimilitarismo español, se convirtió en el
primer insumiso no religioso al ejército obligatorio (los Testigos
de Jehová se habían negado a alistarse desde siempre). Lo
arrastraron por 10 prisiones durante casi tres años, pero con el
tiempo pudo ver cómo la incorporación a filas dejaba de ser
obligatoria. Hoy en día sigue siendo un referente para el movimiento
por la paz en nuestro país.
El antimilitarismo bebió de la
rebeldía de Mayo del 68, del pacifismo cristiano de los movimientos
de base y de los procesos de desobediencia civil inaugurados por
Thoreau, Gandhi y Luther King. Hubo también, es cierto, una
insumisión específicamente nacionalista. No al ejército, sino a
España. No antimilitarista, sino militarista a la contra. Pero de
ésa no hablaremos aquí, pues no es sino el mismo belicismo con
distintas insignias. La insumisión de la que nos ocuparemos aquí es
aquella que ofrecía razones y ejemplos contra una organización
social estúpida, injusta y ciega, no contra los particulares colores
de la bandera que la arropaba.
Aunque hoy parezca ciencia-ficción,
los jóvenes de entonces iban a la cárcel dos años, cuatro meses y
un día por un ideal. Podían optar por hacer la prestación social
sustitutoria durante un año, por supuesto, pero eso era hacerle el
juego al sistema militarista y permitir, por tanto, su perpetuación.
Así que decían adiós a sus familias, a sus estudios o a sus
trabajos... y se entregaban. Seguían las enseñanzas de la
desobediencia civil: jamás acatar lo injusto, pero nunca responder
con la violencia. Y asumían además el castigo legalmente
establecido. Porque, como Gandhi y King habían enseñado, sólo así
puede la sociedad vislumbrar las injusticias y percibirlas como
tales, y sólo así será posible el cambio. Por eso centenares de
jóvenes que no sólo no habían hecho absolutamente nada, sino que
eran en muchos sentidos los mejores de entre nosotros, acababan en
prisión. Y, extramuros, la sociedad empezó a plantearse cosas.
Es difícil, sospecho, que un
adolescente de hoy conciba algo semejante. No hay fuerza de
convicción más poderosa que la sinceridad y el ejemplo, pero ya no
abundan. Yo no viví la transición, pero intuyo que entonces los
ideales democráticos eran eso, ideales, y no la palabrería hueca y
pomposa en la que se han convertido ahora. Entonces un partido como
el PSOE podía ceder a otro grupo político uno de sus dos asientos
de los siete que formaban la comisión que habría de redactar la
Constitución (¡la Constitución!), sólo porque creía que era
justo que así fuera, aunque nada le obligara legalmente a ello.
¿Podemos imaginar algo parecido ahora,
cuando nadie le hace ascos ni al menor tránsfuga de pueblo? Para
bien y para mal, con la democracia llegó también el desencanto. La
política dejó de ser aquello de conseguir el poder para poner en
práctica los ideales e, imperceptiblemente, se convirtió en el
manejo de los ideales para conseguir el poder.
Los insumisos fueron probablemente los
últimos grandes idealistas que dieron la batalla en la arena
específicamente política y estatal. Tras ellos, las ansias de
transformación buscaron otros cauces. A la desnuda autenticidad de
su idealismo, que a nada conduce por sí sola, sumaban unas razones
de fondo que era difícil rebatir. La mili obligatoria se había
convertido en un ritual vacío de todo contenido. Era un semillero de
suicidios, de frustración, un sinsentido amargo. Y el pacifismo
dibujaba un horizonte de posibilidades cargadas de esperanza. La cita
de Gandhi se repetía por doquier: "No hay un camino a la paz,
la paz es el camino". A Thoreau, encarcelado por negarse a pagar
unos impuestos que apuntalaban la esclavitud, su mejor amigo le
preguntó: "¿Cómo es posible que estés en la cárcel". A
lo que él simplemente contestó: "¿Cómo lo es que no estés
tú?". Era la anécdota definitiva.
No se trataba sólo de ser justos en la
lucha, se trataba de luchar por algo que era eminentemente justo. La
abolición de los ejércitos, la concordia universal, la educación
por la paz, el desarme... todo era posible y todo había que
intentarlo.
De alguna manera, el movimiento murió
de éxito. Con la mili obligatoria se extinguió también el móvil
aglutinante fundamental. Los insumisos fueron olvidados. Hoy están
entre nosotros: pueden ser el carnicero, el bibliotecario o el
conductor del autobús, pero lo ignoramos. No recibieron jamás ni
una medalla, ni una condecoración, ni un reconocimiento, nada.
Gracias a ellos, miles y miles de conciudadanos no desperdiciamos
nueve meses de nuestras vidas, pero nadie les ha dicho nunca algo
parecido a "gracias". Ni Pepe Beunza, ni el MOC, ni nada ni
nadie han sido candidatos a reconocimiento institucional alguno. Ni
una nota a pie de página, sólo silencio. Con todo, el movimiento
antimilitarista sigue activo, por supuesto. Tecleen en Google
"objeción fiscal"... razones y motivos, por desgracia, no
faltan.
¿Y el ejército? La experiencia le
hizo aprender muchísimo. Inició una campaña de desinformación
digna de Orwell: basta decir que la idea-fuerza es la paz. "Misiones
de paz", "ejército humanitario", etcétera. Todo muy
bonito y todo mentira: la cruda verdad es que tan sólo el
1% de su presupuesto se dedica a ese tipo de misiones
internacionales.
Y se trata siempre de misiones en las
que España tiene algún interés político obvio. Y abundan las
denuncias de brutalidad, de ineficacia o de cosas peores. Y, si de
ayudar se trata, las ONG lo hacen mejor y salen más baratas. Siete
veces más baratas, exactamente. Y más allá de eso, ¿qué clase de
empresa anuncia tan sólo el 1% de su actividad? La maniobra es tan
exitosa que incluso se les ha permitido sacar a niños de las
escuelas para llevarlos de excursión a los cuarteles. ¿Educación
para la paz? No: el mundo al revés.
Si el movimiento antimilitarista no fue
más allá a pesar de todo el potencial que encierra se debió
probablemente a una carencia de diagnóstico, de visión global. Una
lacra que caracteriza nuestra época: nadie sabe hoy en qué creer.
Pero ¿por qué los barrios ricos necesitan muros, cámaras y
seguridad privada, y por tanto han de invertir en ello buena parte de
su presupuesto? Porque si son ricos es que hay otros que son pobres.
Pongan "países" donde digo
"barrios" y "ejércitos" donde digo "seguridad
privada" y tendrán una fotografía bastante aproximada del
concierto mundial de las naciones. Un concierto difícil de cambiar,
si no imposible. Aunque quizás, en alguna parte, alguien no lo sepa
y haya empezado ya a intentar lo inaudito. Nunca se sabe cuándo
prende la chispa de lo imposible.
Jorge Urdánoz Ganuza,
doctor en filosofía, es visiting scholar en la Universidad
de Nueva York.
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FMI, Banco Mundial: ¿Son las instituciones financieras internacionales agentes de desarrollo?
Por: Coordinadora asturiana de ONGD el 11/10/10 16:29
El Fondo Monetario Internacional (FMI) y
El Banco Mundial (BM) son las instituciones financieras internacionales
más importantes del planeta, pero ¿cuáles son las razones que llevaron a
crearlas y qué papel han desempeñado desde ese momento?
El FMI y el Banco Mundial fueron creadas en el año 1944 y tienen entre sus propósitos como instituciones fomentar el crecimiento sostenible, mejorar los niveles de vida, reducir la pobreza, ayudar a la gente a ayudarse a sí misma y al medio ambiente que la rodea, suministrando recursos, entregando conocimientos, creando capacidad y forjando asociaciones en los sectores público y privado.
En cambio, durante más de sesenta años, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, junto a los bancos regionales de desarrollo y agencias de crédito para las exportaciones aliados, han utilizado el capital financiero internacional para ejercer el control y reestructurar las sociedades del Sur a fin de servir a los intereses de las corporaciones privadas globales y a la agenda económica y geopolítica de las pocas naciones poderosas que controlan estas instituciones. Los efectos resultantes sobre las vidas de los pueblos, sobre las comunidades, sobre el medioambiente y sobre las estructuras tanto económicas como políticas en el Sur han sido profundos.
Estas consecuencias inhumanas y destructivas de la dominación de la deuda, en la perpetuación de las cuales las instituciones financieras internacionales juegan un rol fundamental, son la evidencia contra las declaraciones escandalosamente engañosas de estas instituciones de que están trabajando para la ‘reducción de la pobreza’ y el ‘financiamiento del desarrollo’.
Lo más sangrante de esta situación es que un quinto de la deuda de todos los países en desarrollo se debe a préstamos otorgados a Mobutu, Marcos, Suharto y otros dictadores muy conocidos. La fortuna personal de Mobutu se estimó en $10 billones y dejó al país con una deuda de $13 billones.
El 1 de julio de 2010 el FMI y el BM anunciaron a bombo y platillo la condonación de la deuda de la República Democrática del Congo, después de haber tenido que adoptar un paquete neoliberal bastante cargado: reducción del presupuesto para programas sociales (salud y educación) y libre apertura a las transnacionales. La pregunta que deberíamos hacernos entonces es ¿Quién debe a quién?.
Las políticas macroeconómicas que han impuesto las Instituciones Financieras Internacionales durante los últimos 25 años (incluyendo la austeridad fiscal, altas tasas de interés, liberalización comercial unilateral y la privatización de servicios esenciales) han llevado a índices inferiores de crecimiento y menores progresos en los indicadores sociales que los de las dos décadas entre 1960 y 1980.
Es necesario que se auditen las deudas de todos los países con el fin de anular aquellos créditos que se hayan dado de forma ilegal. Es necesario evitar que se repita la misma situación de siempre y los gobiernos del norte exijan a los países deudores la aplicación de tal o cual política a través de unas recetas económicas que van en un mismo sentido: abrir más las economías del sur a las inversiones del norte y las exportaciones y reducir el peso de los poderes públicos del Estado en la economía de esos países. Es decir, privatizar todas las empresas estratégicas pero también todos los servicios públicos.
Otra política impuesta por el FMI ha sido la liberalización creciente de los flujos de capital a nivel internacional. Una liberalización que está en la base del capitalismo financiero en el que vivimos. En estos últimos años estamos siendo conscientes de los tremendos impactos sociales y ambientales de este capitalismo de casino.
Es sorprendente que después del descalabro financiero que las políticas neoliberales, promulgadas entre otros por el FMI y el BM, se conviertan ahora en la receta para que los países europeos puedan calmar los mercados.
Efectivamente, la receta para Grecia o España comparte muchas similitudes a aquellas dictadas a numerosos países de América Latina, Asia, África o Europa del Este a lo largo de las últimas décadas por el FMI y el Banco Mundial, y que conocemos también como Consenso de Washington. The Economist lo definía a finales de los 90 de este modo: “Sus pacientes se extienden por todo el mundo, de Venezuela en Vietnam. Los doctores se encuentran un ante la otra a la 19th Street de Washington y, juntos, dispensan su medicina. Sus remedios, envasados al Consenso de Washington, incluyen duras políticas fiscales y monetarias, más libertad para el comercio y el capital, y privatización”
John Lipsky, el número dos del FMI y ex alto cargo de la banca JP Morgan, previno a los países desarrollados de que deben preparar a la opinión pública para las próximas medidas de austeridad, como la disminución de los subsidios por enfermedad y de la jubilación. Si los pueblos no se oponen tenaz e inmediatamente a las exigencias del FMI y de los gobiernos del Norte al servicio de los mercados financieros, tendrán lugar unas regresiones sociales de gran alcance que es urgente impedir.
Acerca de las personas maltratadas y las personas proclives a la violencia por Carlos Aurelio Caldito Aunión
.
La primera "casa de acogida", refugio para mujeres maltratadas y sus hijos que se fundó en el mundo (o al menos las primeras noticias que se tienen de alguna iniciativa semejante) fue en 1971 por iniciativa de Erin Pizzey en Londres, Reino Unido, con el nombre de Chiswick Women´s Aid; iniciativa por la cual han de estar agradecidos todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Esta institución fue el primer lugar en el mundo orientado a cuidar y atender a las mujeres maltratadas y a sus hijos.
Erin Pizzey escribió en 1974 el primer libro, que se sepa, que aborda el asunto de las mujeres maltratadas, "Scream Quietly or The Neighbors Will Hear”.
No tuvieron que pasar muchos años para que Erin Pizzey cayera en la cuenta de que en su casa de acogida-refugio, así como en los que fueron surgiendo a imagen y semejanza del fundado por ella, se estaban atendiendo a dos tipos de problema, bien distintos cada uno; al refugio acudían "genuinas mujeres maltratadas" y otro tipo de mujeres denominadas por Erin Pizzey como "mujeres proclives a la violencia".
Es bien fácil definir-diferenciar a los dos tipos de personas:
- Una persona maltratada es la persona que es "víctima inocente" de la violencia de su compañero o compañera, por supuesto de forma "no deseada".
- Una persona "proclive a la violencia" es una persona víctima de su propia violencia, por su puesto también de manera no deseada.
En 1981 Erin Pizzey publicó en el periódico British New Society un artículo en el que diferenciaba claramente a las dos clases de mujeres (ni que decir tiene que también se dan las dos clases de hombre-varón). En su artículo diferenciaba entre las mujeres que accidentalmente se han visto relacionadas con un compañero violento, al que ahora desean abandonar y no volver a ver nunca más, y las mujeres que debido a profundas razones psicológicas buscan una relación violenta, e incluso varias, sin intención alguna de abandonar a su compañero.
En sus escritos, Erin Pizzey, afirma que cualquier trabajador honesto del ámbito de la violencia familiar sabe que hay mujeres que pueden ser liberadas de sus relaciones violentas sin gran dificultad. Tales mujeres pueden estar necesitadas de encontrar un nuevo lugar o entorno donde vivir, o ayuda financiera, o ayuda legal o apoyo emocional para superar sus sentimientos de responsabilidad-culpabilidad, compasión e incluso pena de su compañero maltratador, que ella intenta abandonar...
Este tipo de mujer es la que Erin Pizzey llama mujer genuinamente maltratada.
Continúa diciendo en su artículo que, también cualquier trabajador honesto del ámbito de la violencia familiar, debe admitir que hay mujeres a las que es difícil ayudar. A ese tipo de mujer se la puede intentar ayudar con ayuda legal, financiera, y hacer todos los preparativos para que tenga una nueva vida independiente de su compañero abusador... Pero esta clase de mujer acaba volviendo una y otra vez con su compañero, o si deja al compañero acaba buscando una nueva relación con otro compañero, ¿casualmente? violento. Este es el tipo de mujer que la autora llama Mujer Proclive a la Violencia...
Erin Pizzey ha colaborado (y alentado) en la creación de casas de acogida en todo el mundo, aportando sus enormes conocimientos sobre el asunto. Después de gran cantidad de estudios y viajes por el planeta ha llegado a afirmar que los "principios de la violencia familiar son universales"; los informes que ha ido recabando en sus seminarios con médicos y trabajadores del ámbito de la violencia familiar le han ido confirmando sus hipótesis y le han permitido establecer un programa terapéutico específico para tratar a las personas proclives a la violencia.
Casualmente la oposición a sus conclusiones y a sus planes de trabajo con individuos proclives a la violencia ha procedido de mujeres que trabajan en el campo de la violencia familiar que se hacen llamar a sí mismas "feministas". Han sido bastantes los grupos de mujeres "feministas" que han intentado vetar o censurar sus escritos aferrándose a un tipo concreto de política y de creencias retóricas.
Desgraciadamente (son palabras de Erin Pizzey) muchas casas de acogida están dirigidos por esta clase de mujeres. En 1982 su libro sobre las mujeres proclives a la violencia fue
"secuestrado" por "feministas" trabajadoras de refugios británicos.
En sus estudios Erin Pizzey afirma que sólo intenta descubrir la verdad subyacente a la problemática de las relaciones humanas, independientemente de cuales puedan ser las consecuencias políticas de la verdad. Por el contrario (son palabras también de la autora) las políticas y tendencias teóricas actuales de algunos grupos de mujeres feministas tienen el único propósito de conseguir financiación pública y gubernamental.
Las feministas son especialmente "cautas" en difundir cualquier información que pueda cambiar la simpatía de los gobernantes o de la opinión pública y correr el riesgo de que les retiren los fondos para su "causa".
La autora, para que no quepa duda alguna, afirma rotundamente que está lejos de su intención y es poco serio decir que las mujeres permanecen en relación con maltratadores "porque a ellas les gusta", "porque quieren", o "porque se lo merecen".
E. Pizzey denuncia que un gran porcentaje de las actuales investigaciones en el campo de la violencia doméstica está "motivado políticamente".
En los últimos años ha aparecido una línea completa de estudio e investigación sobre la violencia familiar con el claro propósito de continuar con la actual situación política.
La intención de Erin Pizzey es la de intentar probar que el asunto de la violencia familiar debe ser visto en el terreno de lo personal, psicológico, más que en el terreno de lo político. Ella afirma que los individuos proclives a la violencia "se crean" en primer lugar por las enseñanzas violentas recibidas en su infancia. La infancia, las familias violentas y las dinámicas familiares, deben ser consecuentemente tenidas en cuenta y ser foco de atención en los próximos estudios que se emprendan respecto de las relaciones violentas.
Las investigaciones de E. P. concluyen que una infancia violenta es muy probable que cree una adicción a la violencia que lleve al individuo a seguir reproduciendo la violencia en sus sucesivas relaciones.
Sus estudios demuestran que hay que hacer una clara distinción entre mujeres maltratadas y mujeres proclives a la violencia.
También llevan a la conclusión de que la tendencia de determinadas mujeres, a verse envueltas en relaciones violentas surge de una historia infantil previa de violencia familiar .
Otra de las conclusiones de sus investigaciones es la de que la violencia no es exclusiva de determinadas edades o sexos. E. P. ha atendido a hombres violentos, mujeres violentas, niños violentos, adolescentes violentos, familias violentas. La autora afirma rotundamente que, contra lo que se nos pretende hacer creer, la violencia no es un problema exclusivamente masculino.
Es especialmente llamativo que de cada cien mujeres que acuden a los centros de acogida, según los estudios de E. P., sesenta son mujeres calificables como de proclives a la violencia. Mujeres que generalmente, cuando acuden al refugio-centro de acogida para mujeres maltratadas suelen afirmar que sus problemas acabarían simplemente si se las alejara de su compañero abusador o fuesen capaces de separarse de él. Desgraciadamente, estas mujeres al poco tiempo de estar en la casa de acogida suelen ser las causantes de innumerables peleas y alborotos con otras mujeres residentes. Esto lleva a la autora a concluir que la causa o responsabilidad de las relaciones violentas que suelen establecer este tipo de mujeres, no puede ser atribuida exclusivamente a la tendencia a la violencia de su compañero abusador-maltratador.
Otra característica interesante es la de que muchas mujeres proclives a la violencia han sufrido episodios violentos de sus compañeros, antes de haber tomado la decisión de cohabitar con él. Los datos de los que hablamos son tan tremendamente trágicos, demuestran tal grado de sufrimiento entre los individuos que se ven envueltos en relaciones violentas; incluso si una mujer o un hombre son proclives a la violencia, hablamos de gente que evidentemente no es feliz viviendo este estilo de vida, que es de extrema urgencia abrir futuras investigaciones que abran el camino a acciones terapéuticas para cualquier individuo que participe de relaciones violentas: mujeres, hombres y niños. Sin duda, todos hemos de estar de acuerdo en que las más trágicas, las más preocupantes son las repercusiones de las relaciones violentas en los menores, niños que han presenciado violencia entre sus progenitores o han sido maltratados por uno o por ambos padres.
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La primera "casa de acogida", refugio para mujeres maltratadas y sus hijos que se fundó en el mundo (o al menos las primeras noticias que se tienen de alguna iniciativa semejante) fue en 1971 por iniciativa de Erin Pizzey en Londres, Reino Unido, con el nombre de Chiswick Women´s Aid; iniciativa por la cual han de estar agradecidos todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Esta institución fue el primer lugar en el mundo orientado a cuidar y atender a las mujeres maltratadas y a sus hijos.
Erin Pizzey escribió en 1974 el primer libro, que se sepa, que aborda el asunto de las mujeres maltratadas, "Scream Quietly or The Neighbors Will Hear”.
No tuvieron que pasar muchos años para que Erin Pizzey cayera en la cuenta de que en su casa de acogida-refugio, así como en los que fueron surgiendo a imagen y semejanza del fundado por ella, se estaban atendiendo a dos tipos de problema, bien distintos cada uno; al refugio acudían "genuinas mujeres maltratadas" y otro tipo de mujeres denominadas por Erin Pizzey como "mujeres proclives a la violencia".
Es bien fácil definir-diferenciar a los dos tipos de personas:
- Una persona maltratada es la persona que es "víctima inocente" de la violencia de su compañero o compañera, por supuesto de forma "no deseada".
- Una persona "proclive a la violencia" es una persona víctima de su propia violencia, por su puesto también de manera no deseada.
En 1981 Erin Pizzey publicó en el periódico British New Society un artículo en el que diferenciaba claramente a las dos clases de mujeres (ni que decir tiene que también se dan las dos clases de hombre-varón). En su artículo diferenciaba entre las mujeres que accidentalmente se han visto relacionadas con un compañero violento, al que ahora desean abandonar y no volver a ver nunca más, y las mujeres que debido a profundas razones psicológicas buscan una relación violenta, e incluso varias, sin intención alguna de abandonar a su compañero.
En sus escritos, Erin Pizzey, afirma que cualquier trabajador honesto del ámbito de la violencia familiar sabe que hay mujeres que pueden ser liberadas de sus relaciones violentas sin gran dificultad. Tales mujeres pueden estar necesitadas de encontrar un nuevo lugar o entorno donde vivir, o ayuda financiera, o ayuda legal o apoyo emocional para superar sus sentimientos de responsabilidad-culpabilidad, compasión e incluso pena de su compañero maltratador, que ella intenta abandonar...
Este tipo de mujer es la que Erin Pizzey llama mujer genuinamente maltratada.
Continúa diciendo en su artículo que, también cualquier trabajador honesto del ámbito de la violencia familiar, debe admitir que hay mujeres a las que es difícil ayudar. A ese tipo de mujer se la puede intentar ayudar con ayuda legal, financiera, y hacer todos los preparativos para que tenga una nueva vida independiente de su compañero abusador... Pero esta clase de mujer acaba volviendo una y otra vez con su compañero, o si deja al compañero acaba buscando una nueva relación con otro compañero, ¿casualmente? violento. Este es el tipo de mujer que la autora llama Mujer Proclive a la Violencia...
Erin Pizzey ha colaborado (y alentado) en la creación de casas de acogida en todo el mundo, aportando sus enormes conocimientos sobre el asunto. Después de gran cantidad de estudios y viajes por el planeta ha llegado a afirmar que los "principios de la violencia familiar son universales"; los informes que ha ido recabando en sus seminarios con médicos y trabajadores del ámbito de la violencia familiar le han ido confirmando sus hipótesis y le han permitido establecer un programa terapéutico específico para tratar a las personas proclives a la violencia.
Casualmente la oposición a sus conclusiones y a sus planes de trabajo con individuos proclives a la violencia ha procedido de mujeres que trabajan en el campo de la violencia familiar que se hacen llamar a sí mismas "feministas". Han sido bastantes los grupos de mujeres "feministas" que han intentado vetar o censurar sus escritos aferrándose a un tipo concreto de política y de creencias retóricas.
Desgraciadamente (son palabras de Erin Pizzey) muchas casas de acogida están dirigidos por esta clase de mujeres. En 1982 su libro sobre las mujeres proclives a la violencia fue
"secuestrado" por "feministas" trabajadoras de refugios británicos.
En sus estudios Erin Pizzey afirma que sólo intenta descubrir la verdad subyacente a la problemática de las relaciones humanas, independientemente de cuales puedan ser las consecuencias políticas de la verdad. Por el contrario (son palabras también de la autora) las políticas y tendencias teóricas actuales de algunos grupos de mujeres feministas tienen el único propósito de conseguir financiación pública y gubernamental.
Las feministas son especialmente "cautas" en difundir cualquier información que pueda cambiar la simpatía de los gobernantes o de la opinión pública y correr el riesgo de que les retiren los fondos para su "causa".
La autora, para que no quepa duda alguna, afirma rotundamente que está lejos de su intención y es poco serio decir que las mujeres permanecen en relación con maltratadores "porque a ellas les gusta", "porque quieren", o "porque se lo merecen".
E. Pizzey denuncia que un gran porcentaje de las actuales investigaciones en el campo de la violencia doméstica está "motivado políticamente".
En los últimos años ha aparecido una línea completa de estudio e investigación sobre la violencia familiar con el claro propósito de continuar con la actual situación política.
La intención de Erin Pizzey es la de intentar probar que el asunto de la violencia familiar debe ser visto en el terreno de lo personal, psicológico, más que en el terreno de lo político. Ella afirma que los individuos proclives a la violencia "se crean" en primer lugar por las enseñanzas violentas recibidas en su infancia. La infancia, las familias violentas y las dinámicas familiares, deben ser consecuentemente tenidas en cuenta y ser foco de atención en los próximos estudios que se emprendan respecto de las relaciones violentas.
Las investigaciones de E. P. concluyen que una infancia violenta es muy probable que cree una adicción a la violencia que lleve al individuo a seguir reproduciendo la violencia en sus sucesivas relaciones.
Sus estudios demuestran que hay que hacer una clara distinción entre mujeres maltratadas y mujeres proclives a la violencia.
También llevan a la conclusión de que la tendencia de determinadas mujeres, a verse envueltas en relaciones violentas surge de una historia infantil previa de violencia familiar .
Otra de las conclusiones de sus investigaciones es la de que la violencia no es exclusiva de determinadas edades o sexos. E. P. ha atendido a hombres violentos, mujeres violentas, niños violentos, adolescentes violentos, familias violentas. La autora afirma rotundamente que, contra lo que se nos pretende hacer creer, la violencia no es un problema exclusivamente masculino.
Es especialmente llamativo que de cada cien mujeres que acuden a los centros de acogida, según los estudios de E. P., sesenta son mujeres calificables como de proclives a la violencia. Mujeres que generalmente, cuando acuden al refugio-centro de acogida para mujeres maltratadas suelen afirmar que sus problemas acabarían simplemente si se las alejara de su compañero abusador o fuesen capaces de separarse de él. Desgraciadamente, estas mujeres al poco tiempo de estar en la casa de acogida suelen ser las causantes de innumerables peleas y alborotos con otras mujeres residentes. Esto lleva a la autora a concluir que la causa o responsabilidad de las relaciones violentas que suelen establecer este tipo de mujeres, no puede ser atribuida exclusivamente a la tendencia a la violencia de su compañero abusador-maltratador.
Otra característica interesante es la de que muchas mujeres proclives a la violencia han sufrido episodios violentos de sus compañeros, antes de haber tomado la decisión de cohabitar con él. Los datos de los que hablamos son tan tremendamente trágicos, demuestran tal grado de sufrimiento entre los individuos que se ven envueltos en relaciones violentas; incluso si una mujer o un hombre son proclives a la violencia, hablamos de gente que evidentemente no es feliz viviendo este estilo de vida, que es de extrema urgencia abrir futuras investigaciones que abran el camino a acciones terapéuticas para cualquier individuo que participe de relaciones violentas: mujeres, hombres y niños. Sin duda, todos hemos de estar de acuerdo en que las más trágicas, las más preocupantes son las repercusiones de las relaciones violentas en los menores, niños que han presenciado violencia entre sus progenitores o han sido maltratados por uno o por ambos padres.
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Feminisme i Llibertat
Feminisme i Llibertat
Moltes vegades el relat historiogràfic de determinats moviments socials es veu condicionat pel narrador i la seva hegemonia en el present. Un clar exemple és la interiorització de la idea d’Estat Nació fins el punt de ridiculitzar a aquells que tenim la gosadia de qüestionar la seva legitimitat. Avui, però, ens centrarem en el moviment feminista, partint d’un anàlisi crític de la seva apropiació per sectors de l’esquerra i el seu rebuig per gran part del moviment on va néixer: la filosofia individualista i el liberalisme llibertari.
Si fem un cop d’ull a la producció intel·lectual contemporània vinculada al feminisme, semblaria mentida que les primeres figures feministes del segle XIX i del XX fossin radicals individualistes: Voltairine de Cleyre, Hebert Spencer, Benjamin Tucker, Emma Goldman, Suzanne La Follette, Isabel Paterson, Rose Wilder Lane…. S’ha esvaït qualsevol rastre del seu llegat. La seva filosofia i pensament s’han evaporat en el magma candent del feminisme marxista.
Tornant al dia d’avui, és molt habitual atribuir el terme patriarcat a un llenguatge propi de l’esquerra alternativa i tractar de fer-lo incompatible amb el valors liberals. No obstant, i com veurem, l’estatisme i el patriarcat interaccionen en un sistema d’opressió. “La llei veu i tracta a la dona, de la manera en què l’home veu i tracta a la dona” (MacKinnon 1989).