¡Oh humana mula vieja!
Hiciste pensar al poeta
en el trágico destino
de un camino
que no tiene fin.
Junto a la noria,
soñaba que el agua
que las huertas riega,
que las huertas riega,
cantaba su copla.
¡Pobre mula vieja!
No canta la noria,
pues los cangilones
monótonos lloran
que soga espartera
te atara
a un duro silencio
de sólo pensar.
¿Quién, mezquino,
cambió tus albardas
peregrinas
por un horcate
que te hace girar
a un corazón de piedra?
¡Das la vida
y no puedes beber!
¡Pobre mula vieja!
Ciertamente fue poeta
sabio y compasivo
quien cantó tu destino
de siempre empezar
y nunca acabar.
¡Pobre humana mula vieja!